El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico que provoca un daño progresivo e irreversible en las fibras nerviosas que transmiten la información visual al cerebro. Suele estar relacionado con un aumento de la presión intraocular, aunque también puede aparecer con presiones normales. Es una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo.

Lo más importante del glaucoma es que no produce síntomas en sus fases iniciales. Por eso, muchas personas no saben que lo padecen hasta que el daño visual ya es avanzado. La pérdida de visión comienza por la periferia del campo visual y va avanzando hacia el centro si no se trata a tiempo.

Tipos de glaucoma

Existen diferentes formas de glaucoma, y cada una requiere un enfoque específico:

Glaucoma de ángulo abierto

(el más común)
 Se desarrolla lentamente y sin síntomas. Se produce por una alteración en el sistema de drenaje del ojo que eleva la presión intraocular. Puede pasar desapercibido durante años si no se realizan revisiones periódicas.

Glaucoma de ángulo cerrado

Más agresivo y menos frecuente. El ángulo de drenaje se cierra de forma parcial o total, provocando un aumento brusco de la presión ocular. Puede causar un ataque agudo de glaucoma, con dolor ocular intenso, visión borrosa, náuseas o halos alrededor de las luces. Es una urgencia médica.

Glaucoma normotensivo

El daño en el nervio óptico ocurre a pesar de tener una presión intraocular aparentemente normal. Se cree que influyen factores vasculares o de sensibilidad del nervio. Su detección requiere una evaluación minuciosa.

Glaucoma secundario

Se produce como consecuencia de otras enfermedades oculares (uveítis, traumatismos, desprendimientos de retina, etc.) o por el uso prolongado de ciertos medicamentos, como los corticoides. El tratamiento debe centrarse tanto en el glaucoma como en la patología que lo origina.

Glaucoma congénito o infantil

Aparece desde el nacimiento o durante los primeros años de vida. Es poco frecuente, pero grave si no se diagnostica y trata a tiempo. Los signos más frecuentes son lagrimeo constante, fotofobia, aumento del tamaño del globo ocular y opacidad corneal. Suele requerir tratamiento quirúrgico precoz para preservar la visión. Contamos con una unidad especializada en oftalmología infantil para abordar estos casos con el máximo cuidado y experiencia.

Diagnóstico del glaucoma

En nuestra clínica realizamos un estudio completo para la detección precoz del glaucoma, que incluye:

  • Medición de la presión intraocular
  • Tomografía de coherencia óptica (OCT) del nervio óptico
  • Campimetría computarizada (campo visual)
  • Gonioscopia (evaluación del ángulo de drenaje)
  • Paquimetría corneal (grosor corneal)

Estas pruebas nos permiten detectar el glaucoma incluso en fases muy iniciales, cuando aún no ha producido síntomas.

Tratamiento del glaucoma

Aunque el daño del nervio óptico no puede revertirse, el tratamiento puede frenar la progresión del glaucoma y conservar la visión.

Las opciones terapéuticas incluyen:

  • Colirios hipotensores: Fármacos que disminuyen la presión intraocular. Son el tratamiento inicial más frecuente.
  • Láser: Técnicas como la trabeculoplastia selectiva permiten mejorar el drenaje del humor acuoso sin cirugía.
  • Cirugía: En casos más avanzados, se pueden realizar intervenciones quirúrgicas como la trabeculectomía o implantes de drenaje para controlar de forma efectiva la presión ocular.

Cada caso se estudia y se trata de forma individualizada por nuestro equipo especializado en glaucoma, con seguimiento estrecho y adaptado a las necesidades de cada paciente.